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Caricatura: Mario Molina |
Si hay alguien con quien pierdo la objetividad y hace aflorar la más grande de mis antipatías, esa es Martha Chávez Cossío, a quien, francamente, no esperaba ver electa como congresista para los próximos cinco años, pero qué puedo hacer, democracia, le dicen. La señora nunca cambiará, ha pasado solo una semana desde que juramentó como legisladora y está a punto de ganarse una suspensión por 120 días sin goce de haber por haber gritado escandalosamente durante el dicurso presidencial de Ollanta Humala, situación bochornosa de la que fueron testigos las delegaciones extranjeras.
¿Pero la conducta de Chávez realmente amerita una sanción de esta clase? ¿Acaso incidentes como este no se han producido en anteriores cambios de mando? ¿Acaso hace poco no se recordaron las pifias y carpetazos durante el discurso de despedida de Alan García en 1990? ¿Y la olla vacía que dejó Anel Townsend a Alberto Fujimori durante su mensaje de Fiestas Patrias en 1999? Manifestaciones políticas para unos, comportamientos irrespetuosos para otros.
Lo cierto es que el pasado tan repudiable que arrastra la fujimorista -sacando la cara por violadores de derechos humanos, acusando a los estudiantes del caso La Cantuta de "autosecuestrarse", defender actos de corrupción, etc.- es lo que me hace pensar que hace rato que se tiene merecida una jalada de oreja o de todo lo que se pueda. Jocosamente dijo a la prensa que no piensa presentarse a ninguna sesión reservada para dar sus descargos, pues no sabe si la juzgarán con la Constitución Política de 1979 o 1993. Veremos si la sonrisa continúa en los siguientes días.
Jajajajajaja. "Una camionera... es una camionera". Jajajaja.
ResponderEliminarYa es oficial: suspendida por 120 días sin goce de haber.
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