sábado, 28 de septiembre de 2013

Yo soy... la que te va a extrañar


Con el triunfo de Francisco Chávez Cabrera como Andrés Calamaro, el programa "Yo Soy" nos dijo adiós. Una verdadera lástima porque era uno de mis favoritos y aprendí a quererlo, pues, al principio lo ignore, pero terminé siendo una fanática total. Cómo olvidar que en una ocasión, estaba en el consultorio del dentista y al percatarme que ya iban a dar las ocho de la noche, busqué disimuladamente el control remoto del televisor de la sala de espera para cambiar a Frecuencia Latina y no perderme la etapa de audiciones. Así era yo.

Sin embargo, debo reconocer que esta última temporada no me enganché tanto, ya que era la segunda vez que hacían una competencia entre exconcursantes. Particularmente, considero que les hubiese ido mejor con nuevos imitadores y, por supuesto, nuevos imitados. Ya no más clones de Chris Martin, Alex Lora o José José, por favor. Aún así, sus finales siempre fueron emocionantes, con denuncias de fraude incluidas y gente indignada porque no ganó su preferido, pero que ni movió un dedo para votar por celular.


Debo admitir que "Yo Soy" me permitió ampliar mi cultura musical. Conocí o supe más de ciertos cantantes y aprendí los nombres de los vocalistas de grupos que son verdaderos íconos en sus respectivos géneros. Un claro ejemplo de ello es Janis Joplin, cuyo nombre le escuché, por primera vez, a Pedro Suárez-Vértiz en la canción "Mi auto era una rana". Ver a Daniela Zambrano, con sus enormes lentes y blusas hippie, cantar con una voz potente, y gritos de rigor, me hizo correr a You Tube y Google. Tremenda sorpresa la que me di.

Así puedo seguir con Robert Plant de Led Zeppelin, James Hetfield de Metallica, Brian Johnson de AC/DC, Manuel Donayre, Anamelba, etc., eso sin contar a quienes imitaron a sus artistas favoritos en el casting, pero no lograron el visto bueno del jurado. Aprender los títulos de las canciones de cada uno de los mencionados y demás participantes, uf, ese ya es otro tema. Los "¿El cantaba eso?" fue exclamado más de una vez.


"La Voz Perú" será el reemplazo de "Yo Soy", algo totalmente diferente porque aquí los únicos cantantes famosos que veremos estarán girando en una silla eligiendo a sus pupilos, quienes son, nada más y nada menos, que jóvenes desconocidos. 

Tengo mis dudas sobre el éxito de este programa debido a que ya hubo experiencias como "Operación Triunfo" o "Rojo fama contra fama" -este último bajo la producción del mismo Ricardo Morán- los cuales no tuvieron mucha acogida por parte del público, precisamente por tener en común a rostros nuevos. Espero equivocarme y que este formato logré la audiencia que requiere.


Otro espacio que promociona Frecuencia Latina es "Tu cara me suena". Por lo que he leído hasta ahora es una especie de "Yo Soy" de famosos, es decir, artistas peruanos imitarán a diferentes cantantes. "Suena" interesante. Veremos que tal les va, no obstante, en el fondo de mi corazón, espero que el programa que motiva este post regrese el próximo año por la puerta grande, pues sus sucesores no lograron superarlo.







sábado, 14 de septiembre de 2013

Más vale tarde que nunca



La semana pasada terminé de leer El pez en el agua de Mario Vargas Llosa, un libro al que le tenía ganas desde hace mucho tiempo y que, definitivamente, recomiendo a todos. Veinte años luego de su publicación y de buscar un original, cuyo precio se acomode a mi bolsillo, debo reconocer que no debí esperar tanto tiempo para disfrutarlo.

La parte autobiográfica me impactó más que los pormenores de la campaña presidencial de 1990. Me permitió conocer el lado humano de Vargas Llosa y cómo ese niño llegó a ser el escritor de renombre que es hoy, superando los problemas que hasta ahora continúan atormentando a tantos menores: la violencia en el hogar. Se me escaparon las lágrimas en el microbús con este capítulo, pero, por otro lado, solté la carcajada cuando narró las peripecias que pasó para casarse con la tía Julia.

Admito, con vergüenza, que si hubiese leído este libro antes de dar mi examen oral para titularme, en el año 2008, me hubiese sentido más satisfecha con mis respuestas. Hábleme usted de Mario Vargas Llosa como periodista, me dijo uno de los tres jurados que tenía en frente. Qué lindo hubiese sido citar la obra, hablar de sus inicios tan tempranos en el diario La Crónica, en Lima, cubriendo, incluso, policiales; en La Industria, en Piura; hasta jefe de informaciones en Radio Panamericana. Su actividad como columnista en diversos medios internacionales fue lo primero que se me vino a la mente. Bochorno total.

Sobre la candidatura presidencial, trataba de comparar lo que narraba con los hechos de los que sí tengo recuerdos, ya que yo tenía diez u once años en ese entonces. La manera en que una niña como yo se enteraba de la actualidad en esos días, no era mirando noticieros, sino viendo las imitaciones que hacían los cómicos de Risas y Salsa sobre los desaciertos cometidos por los políticos durante la semana. 

Búrlense de mí si quieren, pero rememoro a un joven Jorge Benavides hablando como Mario siempre bajo una lluvia de pica pica, esos infernales papelitos a los que el mismo escritor les dedica unas líneas por lo insoportables que eran.

Lo que también está en mi memoria es el día de la segunda vuelta, en la que me quedé dormida en la tarde y al despertar mi hermano mayor "asado", como él solo, me dijo que Vargas Llosa había perdido. Por otro lado, mis padres sonrientes con el triunfo de Alberto Fujimori. "Los chinitos son trabajadores", oí que mi mamá le decía a una amiga suya, mientras veían televisión en la tienda y atendía a la gente que compraba cerveza para celebrar, seguramente.

Definitivamente el libro me enriqueció y desempolvó recuerdos que tenía bien guardados. Me ha hecho pensar en la lista de libros que siempre quise leer, pero, por una u otra razón, no los compré. Este es el mejor momento para retomar los textos que tengo pendiente. Total, el tráfico es tan infernal en Lima, que lo mejor es buscar una combi con asiento, sin música ruidosa y un buen libro para soportar esas avenidas congestionadas.






domingo, 1 de septiembre de 2013

El jefe ideal

La actriz Meryl Streep como Miranda Priestly en "El diablo viste a la moda".

Veo con horror que no posteo desde febrero. Han pasado muchas cosas en mi vida desde entonces: un nuevo gato, cambié el color mi cabello y renuncié a mi trabajo. Mi salida de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos me llevó a hacer una análisis -y por ahí un ranking secreto- de los mejores y peores jefes que he tenido en los diez años que llevo ejerciendo la carrera de comunicadora.


No voy a mencionar nombres, lo que busco es solo dejar en claro que es para mí ser un buen jefe. En primer lugar, los he tenido de todo tipo: renegones, chismosos, burlones, paranoicos, locos, olvidadizos, los que se contradicen solos, los que te culpan por salvar su pellejo, los que en realidad no saben lo que quieren, explotadores, flojos, desconfiados, injustos y, por supuesto, los ayayeros. 



Pero también aquellos, que sin decirlo con palabras, pero sí con gestos, demostraron que confiaban en mí. Otros, que al ver un error en mi redacción o hasta como tomaba nota, se dieron el tiempo de decirme "esto se hace así". Algunos amables a los que podía recurrir para cualquier cosa, incluso hablar de temas personales. Y cómo olvidar al que me dio la oportunidad de asumir una jefatura y subir un peldaño en mi humilde trayectoria profesional. Le estaré eternamente agradecida.



De eso se trata, pensé, un jefe que deje huella, pues para ser honesta los he tenido con muchas de las características negativas que menciono líneas arriba, pero, pese a todo, no negaré que aprendí muchas cosas de ellos. Jefes que pudieron ganarse el título de monstruos o brujas, pero que eran, y lo siguen siendo, periodistas con carrera, de aquellos que comenzaron con las máquinas de escribir.



Los que me llamaron la atención porque eran exigentes y les desesperaba que me relajara dejando algún dato sin confirmar. De ellos aprendí a dar todo de mí, a ser disciplinada conmigo misma, a trabajar temas, a olvidar el "así no más". Con el tiempo, pude ganarme su confianza y me sentí como Andrea Sachs de "El diablo viste a la moda" que logró hasta una recomendación de su abusiva jefa Miranda Priestly (Adoro esa película y la recomiendo totalmente, no por la moda, si no por las relaciones laborales)



Todo lo contrario me inspiran otros que pasaron con más pena que con gloria. Es preferible alguien que se muestra tal como es todo el tiempo, aunque sea gruñón, a un lobo con piel de cordero. Mil veces un periodista malhumorado del que puedo aprender algo, antes que una "carita sonriente" para los demás, sin criterio para hacer las cosas. Me quedo con un cascarrabias antes que aquellos que me hacen pensar que estudiaron cualquier cosa menos Comunicaciones, pues lo único que escriben sin pedir ayuda, es su nombre completo.