La traviesa historia del abuelo y su nieto que escapan de casa con máscaras de gallos para vivir la aventura de ver el amanecer y, como las propias aves, cantar a todo pulmón, simplemente me mata. Miro el comercial y recuerdo que no he tenido la dicha de ese niño. Cuando nací, solo vivía mia abuela paterna Rosa Cieza, con quien no tuve mucho contacto, pero, según dicen, heredé su cabello, el mismo que siempre quiero laciar. Falleció cuando yo tenía 12 años.
Sin embargo, este comercial me hace pensar lo lindo que hubiese sido tener abuelos juguetones, y es que siempre oí que el cariño de ellos es totalmente diferente al de los padres. Los abuelos son cómplices, engreidores, consejeros sin caras largas, autores de los mejores regalos y propinas, y defensores ante cualquier reclamo de papá o mamá.
Incluso son ellos, con quienes la mayoría de personas ha experimentado, por primera vez, lo que es perder a un ser querido. Bien por ti si tuviste la suerte de conocer a tus cuatro abuelos y ser objeto de su ternura. Bien por ti si todavía estás a tiempo de retribuirles todo el cariño posible, sobre todo a una edad en la que sus temas de conversación son las citas con el médico y los horarios de las pastillas. Dales un abrazo de mi parte.