domingo, 11 de febrero de 2018

Cajamarca y yo

Mirador de Santa Polonia.
Parece mentira eso de las cábalas, pero en mi caso veo que coinciden algunas cosas. Siento que cuando viajo para recibir el Año Nuevo vivo mejores experiencias durante los siguientes 12 meses. Recuerdo que para diciembre del 2016 me quedé en Lima porque el 2 de enero caía lunes y tenía que regresar al trabajo ya, ya, ya. 

El 2017 fue un año en el que me dejé llevar por la rutina, no logré hacer algunas cosillas que tenía planeadas, falleció mi mamá y en el trabajo sí que viví retos al quedarme sin personal durante un mes. Y a pesar de todo salí airosa.

Cuarto del rescate.
En el aspecto positivo, mis hermanos y yo estamos más unidos que antes, he corroborado con quiénes puedo y no contar en los momentos de crisis, conocí el norte (Trujillo y Chiclayo), y terminé mi tratamiento con la psicóloga.

Por eso, apenas me percaté que el fin del 2017 caía en un perfecto fin de semana largo, programé un viaje. Cajamarca fue la ciudad elegida. En realidad, la que más se ajustaba al horario que tenía disponible para viajar. Para mí perfecto, pues también es la tierra de mi papá, la cual no conocía.
Complejo Arqueológico de Cumbemayo.
Definitivamente una ciudad recomendable para los amantes de la historia, la naturaleza, la carne roja y de chancho, y, por supuesto, de los lácteos. 

Es increíble que en una avenida cerquita a la plaza de armas se encuentre un lugar que, a simple vista, puede pasar desapercibido, pero marcó el inicio del fin de la historia inca: el cuarto del rescate. Una sensación rara al ingresar y más aún viendo los cuadros de Atahualpa y Francisco Pizarro. 
Sopa verde. Con el ingrediente estrella: queso.
Definitivamente debo regresar, especialmente para conocer Chota, la ciudad donde nació mi papá. Lo siento como un deber emocional. Tengo mucha familia por ahí. La de mi papá es muy numerosa, en comparación con la de mi mamá. Si aquí en Lima no recuerdo bien los nombres y el parentesco que tengo con todos, imagínense cuando esté por allá.

El año pasado, cuando mis hermanos y yo visitamos a una tía que estaba enferma, conocí a un primo que es policía en Chota. Sí, y ya olvidé su nombre. Típico chotano: gordito, nariz roja y amante del yonque. Mi papá era así. Esa visita terminó con aguardiente, como tenía que ser, pero poquito no más. Se trata de saborear no de embriagarse.
Mi tocaya en la hacienda La Colpa.
Las malas lenguas dicen que mi tía, que ya descansa en paz, y que sabía que por su enfermedad ya no había mucho que hacer, aceptaba gustosa el llonque que le ofrecían sus hijos. 

Espero regresar con un familiar para que me guíe. Pero, de algo estoy segura me  abstendré de ir a las corridas de toros porque no me agrada ese tipo de espectáculos, pero en Chota es una "tradición" española que aún mantienen. 
Ventanillas de Otuzco
Definitivamente antes de cumplir los 40 -ya qué falta- debo haber conocido Chota y haber regresado a Acolla (Junín), la tierra de mi mamá. Fui muy niña ahí y recuerdo poco. Es un deber emocional para un hijo conocer los orígenes de sus padres, que en sí son los orígenes de uno mismo.

Y con este post me pasó lo que trato de evitar, es decir, comenzar escribiendo sobre un tema y terminar con otro. No importa, el segundo del año será mejor. Total, estoy más positiva que en el 2017.
Baños del Inca. Solo se miran, los baños para el público son otros.













domingo, 8 de octubre de 2017

Y si no se da...

Fuente: @otravezandres

Estos días han sido una locura. Todos comen, beben y respiran fútbol. Perú está a un partido de lograr su clasificación a la Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018 y, debo confesarlo, yo también quisiera que eso suceda. Nada sería más lindo que oír nuestro himno nacional en un mundial, ver a los barristas lucir indumentarias que caracterizan al Perú, así como los mexicanos con sus sombreros de charros o disfrazados de chapulines colorados, etc.

Sin embargo, considero que hay que tomarlo con calma. El fútbol es impredecible y todo puede pasar. Y en medio de todo eso, como siempre, los medios de comunicación se desviven en ofrecer contenidos que interesen a los hinchas que solo quieren saber del empate frente a la selección de Argentina y lo que será el encuentro con Colombia.

He visto entrevistas a los familiares de los futbolistas, notas a vecinos pintando murales en honor a un jugador que vivió antes en Comas, a pescadores que pintan sus embarcaciones de blanco y rojo, cómo son los camerinos del Estadio Nacional, la venta de camisetas, los mil y un memes, y todo lo que la imaginación permita extender el tema.

Fuente: @otravezandres

La gente extasiada por las calles, todos los programas de televisión haciendo barra, gente yendo a trabajar con la camiseta peruana, los congresistas igual (se quieren lavar la cara con el fútbol), mascotas con los colores de la bandera, las redes sociales inundadas con los looks más patrióticos, cantantes de todos los géneros entonando desde valses hasta el clásico "Perú campeón" y me agoto de contar. Peruanidad en todo su esplendor.

No quiero ser aguafiestas, pero el hecho que perdamos es una posibilidad. Me pregunto qué pasaría si eso llegara a ocurrir, si nuevamente nos quedáramos en casa viendo el mundial por televisión ¿seguiremos tan amorosos con nuestro Perú? ¿seguiremos cantando el himno a todo pulmón? ¿seguiremos tratando a Pedro Gallese de santo y superhéroe? ¿qué pasaría si lo golean? ¿seguirán luciendo la camiseta por las calles? ¿seguirán endiosando a Ricardo Gareca? 

Tomo todo con calma porque, valgan verdades, he vivido esto tantas veces. Conozco la fases y lo que seguiría sería un sinfín de maldiciones a los deportistas, quienes pasarían de héroes a villanos despiadados y sin corazón. Se borran de inmediato todos los triunfos y empates vividos previamente.

Fuente: @otravezandres

Yo no soy fanática, ni hincha de ningún equipo, con las justa veo fútbol cada cuatro años (pedacitos del mundial), no suelo prepararme para ver los partidos, pero la ola me sigue por donde vaya. El día que Perú jugó contra Argentina, yo a las 7:00 p.m. me fui a misa y fue la más rápida a la que había ido. Acabó en 30 minutos cuando suele durar una hora. Seguramente el padre pensó en alcanzar el segundo tiempo.

Me fui a comer una lasagna y ahí estaba el tremendo televisor. Aunque no estaba en mis planes, vi la parte final del partido en un restaurante. No podían faltar los curiosos que se aglomeraban en la puerta para ver qué pasaba con la selección. De corazón que todo vaya bien frente a Colombia, pero si no es así, no seamos ingratos y lo diré de una vez: no es el fin del mundo.




martes, 13 de junio de 2017

Adiós, Rosa


Adiós a la mujer que no sabía qué eran vacaciones ni feriados, a la que amaba las ventas, a la que, sin saberlo, era una workaholic total.

Adiós a mi adorable acumuladora sentimental, a la que no se desprendía de ropa u objetos porque le recordaban una etapa importante de su vida o a alguien especial.

Adiós a la reina de la patasca, la sopa y los tallarines verdes, el otongo con queso, la sopa de quinua, el cau cau, el guiso de mote con huevo frito y el arroz con pollo.

Adiós a la fanática de Pedro Infante que de adolescente tenía fotos del mexicano bien guardadas, pero, lamentablemente, mi abuelo las rompió diciendo que eran tonterías. (Siempre le di mi solidaridad por eso).

Adiós a la jovencita que usaba de excusa ir a misa con su amiga para verse con quien sería mi papá; a la que logró casarse en la Catedral de Lima, con una cintura que ninguna de sus hijas heredó.

Adiós a la ama y señora del regateo. No hay vendedor ante el cual no haya salido victoriosa.

Adiós a quien me enseñó a colocar una toalla higiénica; a la que me habló de sexo por primera vez y pronunció el inolvidable: "cuando el hombre se la mete a la mujer".

Adiós a la irremediable obsesionada por las bolsas de plástico. No las botes, eso sirve, decía.

Adiós a la mujer que exclamaba: "¡qué saben los doctores!" cuando le hablaba de la nueva dieta que había conseguido de un nutricionista.

Adiós a la que me preguntaba, hasta cinco veces, si quería comer tal cosa, pese a que en cada ocasión la respuesta era: "no mamá, gracias". 

Adiós a la señora de buen diente que tenía como ley: cocinar e ir degustando un aperitivo; a la autora de la frase: "el frío da hambre".

Adiós a la mujer que odiaba la mentira y la falta de honradez.

Adiós a la admiradora de Leo Dan, cuya canción "Cómo te extraño mi amor" le siguió gustando en la versión de Café Tacuba; a la que pudo reconocer el tema "El último beso", de Los Doltons, en la voz de Eddie Vedder de Pearl Jam. 

Adiós a la cuestionadora de espectáculos artísticos, pues decía que eran cosas de gente ociosa; pero años más tarde fue, incluso, a ver una obra de teatro sobre strippers.

Adiós a esa cabecita blanca por la cual hacían parar a la gente en los micros para darle un asiento.

Adiós a la mujer que me pedía un nieto, pero a la que finalmente le di algo que nadie le llevó antes a casa: un título universitario.

Adiós a la dama que discrepó y lloró por mis decisiones de vida, pero que después entendería que todos tenemos conceptos diferentes de lo que es la felicidad.

Adiós a la mujer que amé con sus virtudes y defectos, y que hizo lo mismo conmigo.

Adiós a la mamá, abuela y bisabuela.

Adiós, Rosa Yaringaño Cancho. 













domingo, 28 de mayo de 2017

Red reforzada


Nada como actualizarse y reforzar conocimientos. El 25 y 26 de mayoparticipé de un nuevo encuentro de la Red de Comunicadores por la Educación -un grupo integrado, por los comunicadores de las Direcciones Regionales de Educación (DRE) y las Unidades de Gestión Educativa Local (UGEL) de Lima y provincias- en el cual conocimos los lineamientos del nuevo equipo de la Oficina de Comunicaciones del Ministerio de Educación (Minedu).

Definitivamente un buen espacio para compartir experiencias con los colegas y coordinar acciones para llevar todos el mismo mensaje: formando al peruano que queremos; siempre tomando en cuenta la realidad de cada ciudad. Temas como protocolo, gestión de crisis, lineamientos gráficos, manejo de redes sociales y otros fueron abordados por el equipo del Minedu y sus invitados.

Saludo que se retome este encuentro anual, pues es necesario que cada cierto tiempo todos nos sentemos a ver cómo vamos y a dónde vamos. Por lo pronto, yo me siento con las pilas recargadas y dispuesta a transmitir todo al Equipo de Participación y Comunicaciones (EPC) de la UGEL 03, quienes tendremos nuestro propio "miniencuentro". 

Con el jefe platafaformas del Minedu, Olín Plácido; los coordinadores de los EPC de las UGEL 04, 05 y 06, Homero Tomanguilla, Mary Saona y David Rodríguez, respectivamente; y la especialistas en prensa de la DRELM, Mary Vera.


jueves, 27 de abril de 2017

No tocar


Cuando me entero de noticias terribles como violaciones, feminicidios, mujeres golpeadas o acosadas, etc., viene a mi mente una frase que una vez oí decir a Carmen González, la recordada 'doctora cachetada': a los hombres les han enseñado que no tienen límites.

A raíz del caso de la joven violada en una discoteca, leí todo tipo de comentarios en redes sociales, pero uno en especial llamó mi atención. Este decía que, lamentablemente, vivimos en una sociedad en la que se le enseña a las mujeres a cuidarse para no ser violadas, pero nadie les enseña a los hombres que no deben violar.

Qué triste saber que los años pasan, la tecnología avanza y las distancias se acortan, pero los problemas siguen siendo los mismos. "No aceptes bebidas de desconocidos porque pueden poner algo para dormirte", es decir, te pueden violar. "Acompáñame a tomar un taxi y apunta la placa", es decir, toma datos del conductor por si me quiere violar, tenemos un dato para identificarlo y denunciarlo; y así varios ejemplos.

Lamento mucho que algunos hombres hayan crecido con el mensaje que pueden comportarse como animalitos y nadie les va a decir nada. Que pueden ver a una mujer inconsciente y subirse encima de ella como un perro lo hace cuando siente que una perra está en celo. ¿No se supone que nosotros somos los que razonamos? 

Chochera, así ella pase calata caminando frente a ti, no debes hacerle nada, porque a diferencia de lo que te han dicho siempre, tú si puedes controlar tus instintos y, sí, sí hay límites para ti.







lunes, 22 de agosto de 2016

Walter y Pilar


Hace poco terminé de leer dos libros recomendados por mi psicóloga: "Enamórate de ti", de Walter Riso; y "Lecciones de seducción", de Pilar Sordo. Buenísimos. Quiero compartir los mensajes generales de ambos, pero sin dar más detalles porque son una lectura obligada para quienes quieren hacer un cambio en sus vidas partiendo por sí mismos.

Sobre el libro de Riso, rescato el hecho que aprendí algo que nunca me habían enseñado ni en mi entorno familiar o amical, ni en el colegio, ni en la universidad, ni en ninguna otra parte: si sabes que hiciste algo bien, elógiate y recompénsate tú mismo, no debes esperar a que los demás lo hagan.

Es verdad, cuántas veces hemos buscado el reconocimiento externo, ante los resultados positivos logrados con esfuerzo y talento. Nos cansamos de esperar, por lo menos, la palmadita en la espalda y esta nunca llega. Se vuelve un golpe directo al autoestima, pues el pensamiento inmediato será: entonces no fue la gran cosa.

Pero Riso te voltea la torta y pide que dejes de pensar así para aplicar lo que el llama el autoelogio y la autorrecompensa. El primero implica felicitarnos a nosotros mismos -en voz alta o mentalmente, como más les acomode- por las cosas que hicimos bien, de una manera positiva y constructiva. 

Sobre el segundo, el psicólogo italiano dice: "Cuando hayas hecho algo que valió la pena o simplemente porque se te dio la gana, date gusto. Ten a veces un acto de merecimiento y amor para con tu persona (...) Darte gusto implica la autoadministración de cualquier cosa que te haga sentir bien y que, obviamente, no sea nocivo para tu salud, ni para los otros, ni para el mundo que habitas".


Por su parte, Pilar Sordo te da las pautas para seducirte a ti mismo antes que a cualquier otra persona. Y tiene toda la razón ¿cómo se puede querer a alguien cuando no hay amor propio? Este es el punto, al hablar de seducción ella no se refiere a lo erótico sino -y aquí vamos otra vez- al autoestima.

Para ir paso a paso, se toma como curioso ejemplo a la ropa interior. ¿Se han preguntado quiénes los ven en ropa interior? ¿Su pareja? ¿El médico? Pocas personas, en verdad. La lista queda casi nula si, sentimentalmente, están solos; pero olvidamos a alguien muy importante: ustedes mismos. 

Lo que "Lecciones de seducción" les dice es que muchas personas no ponen la atención debida a su ropa interior porque solo ellas lo ven, es decir, prefieren gastar en otras prendas (blusas, pantalones, etc.) porque esas son las que los demás miran. Sin embargo, en la soledad de la habitación, al observarse frente al espejo, les da igual si la ropa interior está desteñida, gastada o rota, y eso denota no solo descuido, también falta de cariño a sí mismos.

Parece frívolo, pero Sordo va más allá de sostenes y calzones en sí, lo que trata de decir es que si yo me quiero lo suficiente, quiero verme y sentirme bien para mí, antes que cualquier otra cosa. Eso implica -y vamos nuevamente con el ejemplo- a que tenga una ropa interior linda, que me produzca satisfacción cuando me vea al espejo, que yo misma me guste y seduzca.

Tienen que leerlo, sobre todo porque los capítulos vienen divididos en un mes del año y con una pequeña tarea al final de cada uno. Ambos libros son totalmente hermosos e ideales para quienes quieren trabajar en su autoestima. Yo solo he comentado los aspectos que más me impactaron, pero hay mucho más para hacerlos analizar su pasado y realizar ejercicios prácticos. Léanlos y compártanlos con quienes lo necesiten. 





domingo, 26 de junio de 2016

Inhala, exhala

Desde hace unos meses acudo puntualmente a ver a una psicóloga para contarle los avatares de mi día a día y obtener los consejos de una persona neutral. Me gusta mucho conversar con estos profesionales, siempre me hacen sentir que me ahogo en vasitos de agua.

En esta ocasión mi psicóloga es muy jovencita. Tiene cara de veinte. Ha visto en mí más de lo que yo creí tener. Entre todas esas cosas, de las que será mejor escribir en otro momento, es que estaba presentando cuadros de ansiedad.

Quería que las cosas sucedieran ya, a mi ritmo, me desesperaba esperar, sentía que el tiempo no me alcanzaba, etc. Pero he aprendido a calmarme gracias a los sencillos ejercicios de relajación que la doctora me enseñó y que ahora quiero compartir, al menos los principales.

Es mejor hacerlo en las mañanas, muy temprano, o poco antes de dormir y, por supuesto, en esos momentos en los que te sientas inquieto o "tiki tiki", como decía una amiga. Cada uno debe repetirse dos o tres veces. En mi caso, siento que todo está bien cuando luego me provoca bostezar. 

Respiración:

1. Cierra los ojos.

2. Toma todo el aire que puedas.

3. Retenlo por cinco segundos.

4. Bota el aire despacio contando mentalmente hasta diez.

5. Abre los ojos.


Hombros:

1. Contrae los hombros.

2. Ajústalos contra el cuello.

3. Cuenta hasta cinco.

4. Suelta los hombros y muévelos despacio durante diez segundos.

Puños:

1. Extender los brazos hacia adelante.

2. Cerrar los puños con mucha fuerza.

3. Contar hasta cinco y abrir los puños lentamente.

4. Estirar y mover los dedos durante diez segundos.


Dato: a este último ejercicio le puedes incluir pelotitas antiestrés.