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Si Ollanta Humala le concediera el indulto a Fujimori yo me sentiría más que indignada, traicionada, y es aquí donde debo explicar la razón. En las elecciones presidenciales pasadas yo voté por Alejandro Toledo porque, más allá de su debilidad por la botella o que su familia se pasara de sinvergüenza, guardo buenos recuerdos de su gobierno; sin embargo, al no pasar a la segunda vuelta, todo el Perú quedó entre esa temida disyuntiva bautizada por Mario Vargas Llosa como la elección entre "el cáncer y el sida".
Es ahí donde opté por Humala sin pensarlo mucho. Para mí era una locura que Keiko Fujimori llegara al poder, como si su padre no hubiese sido el responsable de uno de los peores gobiernos que ha tenido el Perú: diez años en los que los casos de corrupción, violación a los derechos humanos, manipulación de los medios de comunicación, etc., terminaron por opacar los tan mentados logros económicos y de pacificación de los que se jactan, hasta ahora, los más fieles de sus seguidores.
Pero el asunto es ese, mi voto por Humala no fue de apoyo total a su propuesta de gobierno -además nunca terminé de creerme aquello que iba a seguirle los pasos a Hugo Chávez- sino fue un voto antiKeiko y antiAlberto Fujimori porque era más que evidente que si la señora de Villanella se ponía la banda presidencial, lo primero en su agenda iba a ser indultar a papito.
Lo digo abiertamente: yo voté por Humala para que Fujimori siga preso, para que cumpla las sentencias que la justicia peruana le impuso, al igual que a su recordado asesor Vladimiro Montesinos. Ahora, miren las vueltas que da la vida, pues en las manos del comandante se encuentra la posibilidad de otorgarle al exmandatario esta gracia presidencial.
Pobre Presidente, si le dice no al pedido de la familia Fujimori tendrá una oposición mucho más severa en el Congreso de la República por parte de la bancada de Fuerza 2011, además de otras perlas; pero si le dice que sí, las protestas en las calles no se harán esperar, a lo que debemos sumarle el impacto a nivel internacional. Positivo o negativo, el panorama político que le espera es poco favorable. Ojalá la Primera Dama lo sepa aconsejar bien.
Pero el asunto es ese, mi voto por Humala no fue de apoyo total a su propuesta de gobierno -además nunca terminé de creerme aquello que iba a seguirle los pasos a Hugo Chávez- sino fue un voto antiKeiko y antiAlberto Fujimori porque era más que evidente que si la señora de Villanella se ponía la banda presidencial, lo primero en su agenda iba a ser indultar a papito.
Lo digo abiertamente: yo voté por Humala para que Fujimori siga preso, para que cumpla las sentencias que la justicia peruana le impuso, al igual que a su recordado asesor Vladimiro Montesinos. Ahora, miren las vueltas que da la vida, pues en las manos del comandante se encuentra la posibilidad de otorgarle al exmandatario esta gracia presidencial.
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