lunes, 21 de marzo de 2011

Mi amigo, mi pata

Mi época de estudiante universitaria se dio entre los años 1997 y 2002. Eran tiempos fujimontesinistas, en los que los profesores no tenían que ir muy lejos para conseguirnos ejemplos de lo que era la manipulación de la información porque los teníamos ahí, todos los días, a la mano, en la mayoría de medios impresos y noticieros. La peligrosa relación prensa-poder en toda su manifestación.

Sumamente repudiable que los dueños de muchos medios de comunicación hayan recibido dinero ilícito para ponerse al servicio de un presidente, difundiendo y ensalzando lo que a este le interesa, callando los negocios sucios, investigando hasta al hartazgo a sus enemigos y más. Pero qué pasa, cuando algunos medios continúan teniendo una actitud similar hacia un mandatario, solo que con la curiosa diferencia que ya no los motivan torres de billetes, sino algo a lo que ambas partes llaman amistad.

 Una de las tantas ediciones de "Ampliación de noticias": Raúl Vargas y Alan García. (Foto: Andina)

Es sabido que el presidente de la República, Alan García, es amigo, desde hace muchos años, de hombres de prensa que hoy ocupan importantes cargos en sus diarios, radios o canales de televisión. Gustavo Gorriti, reconocido periodista, en su libro "La calavera en negro" -el cual estoy a punto de finalizar- cuenta cómo a inicios de los 80' nació la camaradería entre García y Enrique Zileri, entonces director y hoy presidente del directorio de "Caretas", revista que, en los últimos años, no ha brillado como antes por sus minuciosas investigaciones periodísticas.

Ni hablar de Raúl Vargas, director de noticias de RPP. Cada entrevista es tan empalagosa que prefiero ver el rebote de la misma al día siguiente en cualquier diario. Ninguno se molesta en disimular un poco. Las cómodas preguntas del periodista de gruesa voz sobre la coyuntura política, son respondidas por García antecediendo un "mi querido Raúl" y el diálogo suele acabar en carcajadas. 

Alan García en condecoración a Enriquen Zileri. (Foto: Caretas)

En mis tiempos de estudiante, habían presiones políticas y económicas, con mediáticas visitas de representantes de la Sunat, y, claro, compras de la línea editorial. Todo ello para tener bajo control al área de prensa de un medio de comunicación. Hoy no es necesario, en estos últimos años se apeló a las viejas amistades para hacerlas también amigas de la gestión presidencial a cambio de, bueno, solo ellos lo saben.

Cuando estamos a menos de un mes para las elecciones presidenciales, voy definiendo mi voto y descartando a quienes, desde ya, están echando mano de sus incondicionales para mejorar su imagen y a aquellos que no vacilan en alzarle la voz a los reporteros que los persiguen con embarazosas preguntas. Prefiero un jefe de Estado que tenga a la prensa en contra, antes que vivir otro lustro con uno que conceda entrevistas exclusivas a sus amigos lambiscones.


1 comentario:

  1. concuerdo plenamente contigo...mejor un candidato a quién la prensa lo persigue y no lo dismula, a otros que los apoyan de una manera vergonzosa y sin importar las consecuencias q tiene para el país y la clase de información parcializada q se brinda

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